El caos produce grandes cambios, aunque constante puede volverte un hombre descontrolado.
El desorden, más que un indicador de tu creatividad, es un reflejo de tu lío intelectual, y lo disfrazas con tu identidad para justificar la mediocridad.
Frases como “Yo entiendo mi desorden”, no te hacen un hombre más original, simplemente muestran que eres tan perezoso que hasta la frase te la copiaste de un desocupado y sin control de su propia vida.
Porque bien dicen que nuestro desorden material es una manifestación física de nuestro desorden interior: desorden mental, desorden financiero y desorden espiritual.
Piensa que la libertad se trata de tener el control, para elegir, para construir, para progresar y para compartir.
Y no solo sobre saber en dónde está tu billetera (que también), sino de tus ideas, planes, proyectos, y sobre todo, ¡tu criterio!
Si el desorden tiene el control de tu vida, tus negocios y de tu futuro, más allá de lo que puedas pensar, en la realidad eres su esclavo, en definitiva, no tienes el control de nada.
Ya sé que me dirás, que nunca se puede tener el control total de la situación y que las crisis son necesarias para innovar.
Claro, no estoy diciendo lo contrario, la cuestión es que eres responsable de controlar lo que está bajo tu dominio, y las crisis son caos concentrados que te permiten transformar, no permanentes.
No es igual destruir un puente para crear uno mejor, que derribarlo para mantenerlo así por siempre. Si el balance te inmoviliza el desorden también te apresa.
Así que, si quieres ser un hombre libre, ordena tu vida, tu negocio, tu marca personal, toma el control de tus acciones.
Y de paso, organiza tu entorno físico, mental y espiritual, y verás como despidiéndote del desorden podrás brillar para iluminar mejor.
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