Algunos hombres parecen tener éxito en todo, mientras que otros parecen estar condenados, ¿qué los diferencia?
Cuando nos cuesta identificar por qué algunos hombres son prósperos y van por la vida cosechando logros y otros no le atinan a nada, puede que estemos en el segundo grupo.
Y peor aún, puede que estés juzgando el libro completo por su portada. Atribuyendo el éxito de estos líderes al entorno, las oportunidades y sus supuestos “beneficios”.
Por supuesto, que el hombre adecuado en el momento justo puede fomentar grandes hallazgos, llámalo suerte o coincidencia; sin embargo, no es el común denominador.
Cuando ves la realización de sueños como algo predestinado; te vuelves un tipo resentido e infeliz y desacreditas el poder del esfuerzo y la dedicación constante.
El valor de la incomodidad, la inteligencia que hay detrás de dilatar las recompensas, o siquiera pensar en ellas.
Por eso, el hombre de éxito, o el hacedor de sueños, es aquel perseverante que nunca abandona la misión.
Porque es difícil vencer a un hombre que nunca se rinde, por más inteligencia, fuerza y recursos que tengas, el perseverante tendrá una ventaja, mientras que el débil siempre estará acosado por el fracaso.
Ahora, ¿cómo ser ese hombre que nunca se rinde?, ¿cómo volverte un hacedor de sueños?
- Fortalece tu hombría. El primer paso para lograr tus sueños es confiar en tus capacidades.
- Acepta los fracasos. El éxito es personal e individual y siempre habrá obstáculos. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante repotenciado.
- No importa lo difícil que sea algo, siempre hay una solución. Lo crucial es seguir buscando y construyendo puentes.
Sé perseverante. El éxito no llega a los hombres que se rinden, sino a los que siguen adelante a pesar de la oscuridad.
Claro está, que tampoco llega a los que eligen el camino equivocado.
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