Con esconder tus instintos no se esfumarán; abrazarlos y potenciarlos puede venirte mejor.
La agresividad forma parte de un hombre, y al igual que nuestros peores comportamientos, siempre queremos meterlos bajo el tapete.
Para hacernos de cuenta como que no existen, y luego pajearnos mentalmente con películas de acción, videojuegos de guerras y cualquier experiencia masculina “simulada”.
Que nos haga sentir un poco menos hombres beta; más hombres alfa, un poco más arriesgados, y con vidas más emocionantes, y menos cristalizados.
Lamentablemente, es el mundo que hemos construido, y con todos sus progresos y avances tecnológicos, nuestro ADN masculino parece estar intacto a momentos; en donde éramos determinantes, cuando de nuestras acciones dependían nuestras familias e incluso, clanes y grupos más vulnerables.
Ahora, desde el sofá de tu casa, parece inútil cualquier iniciativa, desde esta nueva ola feminista que busca esterilizar a los niños (varones) y sobre todo a los hombres adultos, suena desalentador cualquier futuro excitante, y con tanta oferta barata de porno, hasta el sexo real se vuelve menos emocionante.
Entonces, ¿qué hacer con tanto potencial acumulado?, ¿cómo canalizar esa agresividad que todos los mensajes buscan castrar de tus instintos?, ¿cómo aprovechar tu agresividad?
No hay una única respuesta, para algunos hombres será demasiado tarde, se han autodomesticado tanto que ni esta masturbación de emociones surtirá algún efecto alentador.
Sin embargo, para otros; embarcarte en actividades más apasionantes como deportes y desafíos competitivos con otros hombres puede ser una mejor válvula de escape.
Y si le sumas un propósito, ser un hombre más agresivo te ayudará a liberar todo el potencial masculino interior.
Que incluso, gracias a esta domesticación y feminización contemporánea, siquiera sabías que tenías dentro, y quién sabe, tal vez un día de estos te lleve a marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
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