Si un hombre elige, y tu elección es seguir las elecciones de otro, quizás, estás en el mandato errado.
Los hombres líderes y poderosos tienen estructuras, lineamientos, herramientas y un ADN definido que les funciona como marco de lucha, de vida, de su masculinidad.
El marco de un hombre es su guía, su máxima, su modo de actuar, su estándar, sus reglas, sus constantes de hacia donde va y sobre todo, lo que su tribu seguirá.
A pesar de lo que te hayan hecho creer en la cultura frágil que vivimos; nadie quiere caminar junto a un hombre sin marco. Nadie quiere arrastrar contigo y tus miserias.
Incluso, puede que alguien más perdido que tú, para quien seas «en un corto trayecto» su antorcha, te pueda acompañar por un tiempo y construya parte de su vida contigo.
El peligro es que en algún momento comprobará que eres una carga, que tu tiempo para construir un marco pasó y finalmente te abandone.
Esta frase de Sam Keen lo resume muy bien:
Hay dos cuestionamientos que un hombre debe hacerse: el primero es ‘¿hacia dónde voy?’, y el segundo es ‘¿quién irá conmigo?’ Si alguna vez te haces estas preguntas en el orden equivocado, estás en problemas.
Por eso, el mundo está lleno de estos tipos cristalizados y sin marco, y son fácilmente reemplazables.
Así que, más importante que buscar quien te acompañe en tu banda, es tener un viaje bien definido, lo suficientemente interesante y desafiante para ti, y con el que otros se identifiquen a tal punto, que quieran ir a luchar a tu lado y estén dispuestos a vivir y morir por experimentarlo contigo.
Dicho de otro modo, un hombre sin marco, requiere directrices de alguien más para ser un hombre, y ese ritual, está en el orden equivocado.
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