Convertir experiencias en afirmaciones perennes, pone muros en medio de tu autopista.
Lo contrario de un hombre «disruptivo» es uno conformista, el que no cuestiona traga entero lo que no puede digerir.
Es lo que pasa con los dogmas, y cuando «dogmatizas» algo que en realidad no solo es cuestionable sino mejorable. El resultado, es que descubres la mejor manera de cegarte ante las diferentes alternativas que te ofrece tu entorno.
Si crees que tu trabajo no se puede hacer mejor, y que ya es un campo en el que hay poco para innovar, tu futuro estará a merced de otro más hábil, menos dogmático, y no necesariamente más inteligente.
Y así como conviertes en dogmas tus deportes favoritos, tu modo de alimentarte o de comportarte; lo extiendes a como te comunicas, creas soluciones para tus clientes, y hasta como desarrollas tus negocios.
Por eso, no creas que esto de los dogmas es una tontería de autoayuda, porque cuando la norma no te permite ver otras alternativas, te hundes en un modo caduco de accionar.
En otras palabras, te vuelves un debilucho para los contratiempos, y si bien no puedes gobernar todo tu entorno ¡Puedes dominar el trastorno! —Claro, alejándote de la mentalidad de los tipos cuadriculados.
Para romper lo establecido, primero tienes que saber en la caja que estás, y las limitaciones que tu mismo te has autoimpuesto.
Porque ver las imposiciones de los demás es muy fácil. Entonces, si eliminas los dogmas de tu modo de ver las cosas, y extraes el conocimiento más allá de los lineamientos comunes.
Verás que te será más fácil conectar con personas diferentes, crear productos que solucionen sus desafíos e innovar en tu campo, por árido que ahora te parezca.
Al final, es de lo que se trata romper todos los moldes.
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