Si te sientes un hombre quebrado y sin futuro; piensa que la salida no siempre es por donde crees.
Los fracasos forman parte de nuestra esencia de hombre emprendedor, en otras palabras, no hay creación sin fallos.
Sin embargo, fracasar es cómo te tomas esos pasos en falso, y sé que me dirás —es que ya tengo cuarenta o más.
¿Sabes cuántos hombres se han realizado con un proyecto iniciado después de los cuarenta?; muchos más de los que siquiera imaginas.
La cuestión más allá de equivocarte, es comprender y aprender de ese fallo, y para eso, no hay edad limitada, siempre caerás y tendrás que levantarte con más o menos rasponazos.
La gran diferencia entre un hombre exitoso y uno fracasado, no es su inteligencia o habilidad fuera de lo normal, sino los huevos para jugársela mil veces por sus ideas, asumir riesgos inteligentes y accionar.
Los clichés son fastidiosos porque te recuerdan realidades, y nada más real que un descalabro te ayuda a ser un hombre mejor.
Ahora, piensa que el éxito es algo privado e individual, es diferente para cada hombre. Me gusta esta frase: el éxito es cuando te arrepientes menos.
El éxito está más relacionado con tu progreso que con dinero y expectativas de otros, cuando tienes clara tu definición de éxito, entonces, entiendes mejor tus propios fracasos, e incluso, los interiorizas de otro modo.
Por eso, deja los complejos, si algo te acosa, es tu mentalidad mediocre, el quid no es que fracasaste, el desafío son los intentos flojos, el mundo es enorme y tú eres un pequeño hombrecillo en medio, ¿a quién le importa si fallaste?
Más bien, piensa, ¿cuánto cuesta un trabajo mediocre?, ¿cuánto cuesta hacerlo memorable?, ¿cuál de los dos precios estás dispuesto a pagar?
El verdadero fracaso será, ¡repetirlo igual!
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