Crear un pequeño negocio, emprender nuevas ideas o ser un mejor hombre, requiere de pasión.
El hombre apasionado está dotado de una mezcla abundante y precisa de amor y obsesión por lo que emprende.
Amor, porque si no amas lo que haces difícilmente disfrutarás del recorrido para llegar a tu meta, y obsesión porque si no eres lo suficientemente persistente te rendirás fácilmente, y tampoco conseguirás tus objetivos.
La diferencia entre un proyecto bueno y uno memorable es con frecuencia, un poco de pasión adicional. El hombre que ama y se obsesiona lo suficiente parece más inteligente, cuando solo es un poco más dedicado y detallista con lo que hace.
Como ves, no hay ningún misterio, la pasión es mitad amor y mitad obsesión, ahora si fuera tan simple todos los hombres lograrían sus metas, y no sería tan complejo sacar adelante una idea y negocio.
Pues la cuestión está «y es donde radican casi todos los desafíos» en la cantidad de cada una y el momento adecuado para potenciarlas.
En algunos momentos, sobre todo al inicio, necesitarás de mucho amor para construir algo que realmente te valga la pena e igual valga para alguien más.
En una segunda fase (por llamarla de algún modo) necesitarás obsesionarte para ser constante y mantenerte a flote lo suficiente para llegar vivo a la orilla.
Un hombre astuto sabe, cuándo hay suficiente amor para no enamorarte ciegamente de una idea, y cuándo ya lo intentaste bastante para detenerte e iniciar algo nuevo.
Entonces, en la pasión, al igual que en diferentes aspectos de tu desarrollo personal y profesional, la clave está en amar, persistir y sobre todo, saber cuándo es suficiente.
Ahora es «quizás» un buen momento para ponerle amor a algunas ideas, pasión a otras, y abandonar las que ya invertiste suficiente.
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