El cuadrado de un hombre

El cuadrado de un hombre

Un hombre estructurado se conoce por su energía, resultados, referentes y cuerpo. Si uno falta, es frágil.

He visto a muchos hombres justificarse con excusas de tiempo, buscando aprobación barata o refugiándose en su zona cómoda. Lo digo sin rodeos: lo único que sostiene a un hombre son los pilares que él mismo decide defender. Este es mi cuadrado y te invito a levantar el tuyo.

Y cuidado, no confundas el cuadrado con ser cuadriculado. El cuadrado es estructura, poder y claridad; te da vértices firmes desde los que avanzar. Ser cuadriculado, en cambio, es encadenarte a reglas rígidas que te apagan. Si tu ambición es volverte cuadriculado, estarás muerto en vida. El cuadrado te fortalece; ser un tipo cuadriculado te limita.

Conoce los 4 vértices del cuadrado de un hombre.

1. Energía antes que tiempo

Te he hablado muchas veces del manejo del tiempo. El hombre común se queja de no tener horas, cuando en realidad lo que le falta es potencia, energía, intención.

Yo nunca he tenido más de 24 horas en un día, pero lo que sí he aprendido es a multiplicar mi energía: entrenando, alimentándome con intención y blindando mi enfoque. Cuando tienes energía, el tiempo se estira.

El hombre que domina su energía nunca dice “no tengo tiempo”, porque sabe que su cuerpo y su mente son su combustible real. Y créeme, al igual que tú, también acostumbro a decir: “no tengo tiempo”, pero lo que en realidad estoy diciendo es “no tengo tiempo para eso” o, más crudo, “no me interesa”.

2. Resultados antes que validación

La validación es una droga: premios, aplausos, “me gusta”. Nada de eso sostiene a un hombre. En mis negocios y proyectos, el único veredicto que me importa es el resultado: ¿funciona o no funciona?, ¿vende o no vende?, ¿impacta o no impacta al tipo que lo usará?, ¿me acerca o me aleja de mis objetivos?

Lo demás es ruido. Un hombre que mide su vida por reconocimiento vive engañado; un hombre que mide por resultados vive con la verdad. Ahora, lo importante aquí es cuáles son los resultados que te mueven y te mantienen progresando. No necesariamente son los que otros esperan de ti.

3. Referentes antes que burbuja

Aislarse es fácil, pero es la forma más cómoda de morir lento. Yo elijo progresar a través de referentes de alto nivel, tipos que me obligan a subir mi estándar. No se trata de llenar la agenda de contactos; se trata de exponerte a mentes y creadores que te empujen a expandirte, así no los conozcas físicamente o, incluso, ya estén muertos.

Y no basta con admirarlos: hay que crear. Cuando creo contenido, negocios o estrategias inspirado en esos referentes, yo mismo me obligo a jugar en otra liga, una en la que nunca hubiera imaginado competir.

4. Cuerpo antes que comodidad

El cuerpo no es un adorno, es tu base. Yo entreno porque sé que mi físico impacta mi presencia, mi energía y mi disciplina. No se trata de ser un superatleta, sino de mantener un cuerpo que sostenga el peso de tu vida. La comodidad es la muerte silenciosa de un hombre; el entrenamiento constante es su antídoto.

Un cuerpo masculino fuerte inspira respeto y te recuerda que eres capaz de cargar más de lo que pensabas, y eso se traduce en cómo enfrentas todo lo demás.

El cuadrado de un hombre no se dibuja en un papel: se construye cada día con tus elecciones y decisiones.

El hombre que quiere ser disruptivo no puede darse el lujo de vivir en triángulo y menos en un círculo inútil. Tu cuadrado debe estar completo: energía, resultados, referentes y cuerpo.

Cuando los cuatro se alinean, no necesitas excusas, validaciones ni escapes: simplemente avanzas con el peso y la forma de un hombre que sabe quién es, y sobre todo, de lo que es capaz de dar para irrumpir en su entorno.


De la saga:

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Renzo D’Angelo

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