Tu entorno redefine tu identidad como hombre; seguir allí, escapar o ignorarlo es tu decisión.
Cansado estarás de escuchar cómo tus amigos marcan tus gustos, dime con quién andas y te diré quién eres.
Y es que aunque no le des importancia, eres el promedio de las personas que frecuentas, y negarlo sería como decir que cada uno de tus comportamientos sociales te pertenece.
Sin embargo, qué ocurre cuando no puedes controlar lo que recibes de tu entorno, o no te es posible abandonarlo inmediatamente, ¿qué haces durante la transición a otro lugar mejor?
Vivir en un entorno tóxico es como tomarte dos gotas de veneno todos los días, te acostumbras al malestar, aunque te va matando de a poco.
Fuera del símil, tienes dos opciones rápidas:
- Te desapareces de tus círculos sociales, agregándote a nuevos entornos como clubes, centros de estudio, nuevo empleo, nueva ciudad.
- Te centras en buscar referentes más avanzados fuera de tu entorno, a través de libros, pódcast, videos, redes.
En cualquier caso deberás cambiar a las personas que frecuentas, si es que quieres mejorar y aumentar el nivel de conciencia y potenciar tu mentalidad.
A veces miras a tu alrededor, y nadie te inspira, no quisieras emular o seguir sus pasos, aquí necesitarás algo más radical, como otra cultura, país e incluso idioma.
De lo contrario, y aunque cada caso es tan distinto como cada hombre lo es, tu frustración no desaparecerá y culparás a tu entorno de tu vida miserable, cuando tú eres el único culpable por seguir allí.
Ahora, si tus frustraciones están en tu cabeza con necesidad de validación, ego o infravaloración de tus habilidades; tu odio y resentimiento te seguirá a donde vayas.
Y entonces, el entorno venenoso será tu mente, y si no lo resuelves primero, posiblemente, te acompañe para siempre.
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