Las decisiones de un hombre adulto, siempre vienen de una buena o mala preelección.
La falta de opciones no implica la ausencia de ellas, lo que pasa es que nos encanta evadir la responsabilidad de elegir mal.
Y culpar al entorno, el gobierno de turno, tus padres, tu pareja, y hasta a tus colaboradores de la mala gestión de tus acciones previas.
Gran parte de tus decisiones son voluntarias, vienen de una elección: estudiar una carrera, vivir en un lugar, casarte, tener hijos, trabajar para una empresa, quedarte en tu país, iniciar un negocio, aquel viaje, esa mala inversión…
Desde el juguete que compraste, hasta el perfume que estás usando, porque aunque te lo hayan regalado, tú elegiste usarlo, evitando las consecuencias de no.
Entonces, como ves desde lo banal hasta lo más trascendental en algún momento es una elección, por lo general al comienzo, después quizá no y es cuando muta en imposición.
Por eso, siempre que odies una obligación, y te quejes de «tener» que hacer algo en lugar de «elegir» hacerlo, piensa, que esa obligación primero fue una elección y luego una decisión.
De las malas elecciones solo puedo decirte que debes tener los huevos de asumir tu responsabilidad, y tomar las mejores decisiones para solucionarlas con las alternativas actuales.
Sin embargo, todos los días te enfrentas a nuevas alternativas para elegir, incluso hasta crear las oportunidades es una elección.
Si toda obligación viene de alguna decisión oportuna, entonces vale la pena centrar tu atención en tomar acción antes de que se vuelva un compromiso, que luego odies y lloriquees diciendo que no tuviste opción.
Mejor elige ahora y no esperes a que las circunstancias te obliguen a quedarte con menos opciones; porque aunque siempre podrás elegir nuevamente, puede que las mejores alternativas ya no estén disponibles.
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