El hombre que se rinde, difícilmente supera el intento fallido, en cambio, el que deja ir, aprovecha la caída.
Soltar ideas dañinas es fácil, dejar ir tus modos de operar ineficientes es tan simple como darte la oportunidad de experimentar.
Más, si el cambio te dará más reconocimiento, rentabilidad y tranquilidad.
Sin embargo, lo complejo es tirar a la basura aprendizajes, proyectos que te han tomado meses, años o toda una vida, por eso, cuando llevas más tiempo en una actividad más difícil es mudar de ruta, lógico, ¿verdad?
Lo que pasa, es que justo, esas ideas, proyectos y negocios, son los que te aferran al pasado, a un modo «quizá» caduco de progresar.
Ocurre como cuando levantas pesas, al comienzo te duelen los brazos, luego vas aprovechando los ejercicios, mejorando la técnica, y te van creciendo los músculos, y después de hacerlo igual, no pasa nada, nada se mueve.
Entonces, deberás aumentar el peso (más dificultad) o cambiar de ejercicios (más variedad).
En cualquier caso, quedarte haciendo lo mismo (válido) no te llevará más allá, no te hará un hombre victorioso, claro está que puedes quedarte estático hasta que te funcione.
A veces, vemos esta necesidad de movernos como innecesaria e inoportuna, lo que pasa, es que la vida, los negocios y el mundo, en su totalidad, son movimiento.
En tal caso, no moverte es como estar muerto, y cuanto más avanzan las tecnologías las reglas también cambian.
Y aunque siempre podrás elegir, no creo que sea de hombres inteligentes quedarse paralizados cuando sabes que al otro lado quedarás obsoleto por no soltar ni tirar el peso que te retiene.
Tirar es algo del momento, puede, incluso, ser desafiante, doloroso y frustrante, en cambio, soltar, es como dejar ir, te vuelve un hombre renovado, uno, ¿por qué no?, extraordinario.
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