Vivimos una era carente de valores, el hombre contemporáneo no sabe lo que es correcto y lo que no.
El relativismo invade nuestra identidad, disfrazado de ignorancia y sobre todo, de una falta de masculinidad.
Cansado estoy de escuchar sobre los «benditos o malditos» valores, ¿cuáles son tus valores?, que para construir una vida significativa debes actuar en función de tus valores, y lo que marca tu identidad son tus valores.
Siempre te los pintan como ambiguos, inapelables y al parecer con la capacidad de definirte y hacerte un hombre mejor.
Y aunque comparto que tus «valores» pueden orientarte, también es claro que pensar que son inamovibles puede perjudicarte más de lo que te puede impulsar.
Pensar que los valores son “fijos” es peor que si quiera tenerlos claros.
Los valores son más fáciles de identificar en tus acciones (que al contrario), porque se reflejan en tus tareas, pasiones y ambiciones.
Revisa los movimientos de tu cuenta bancaria, tu calendario y tu lista de tareas y allí sabrás tus verdaderos valores.
Entonces, y aquí encuentro los valores como algo útil; si los defines como unos patrones momentáneos, quizá te sean más provechosos.
Por ejemplo, durante este periodo de tiempo, me regirán estos valores (que yo mismo definí) y finalizado el ciclo, evaluaré cuáles se quedan conmigo.
Tus verdaderos valores son los que marcan tus acciones, ¡clarísimo!, aunque más importante es; que ni son siempre iguales (mudan con tu evolución mental) y tampoco deben ser impuestos por otros.
La gratitud, humildad, respeto, tolerancia, responsabilidad (teóricas) no te servirán de mucho si en la práctica eres un patán.
Por eso, en lugar de narrar/repetir estupideces que no practicas, céntrate en dejar la huella correcta, y verás que con menos palabras y más acciones, impactarás mejor con verdaderos valores en tu marca personal.
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