Si tu calidad es inferior al importe pagado, eres un estafador y atraerás compradores enojados.
Cuando te contratan para una actividad que vale menos del precio que pago tu cliente.
Cuando vendes algo que sirve para menos de lo que dijiste en esos textos fantásticos de tu sitio.
Cuando alguien creyó en ti y lo que harías por él, y siquiera tenías las habilidades para hacerlo.
Cuando te vistes para mostrar lo que no eres, cuando te fuerzas por hacer especular a los demás lo que no tienes.
Cuando tus esfuerzos se centran, en lugar de mejorar el valor que das, en maquillar la falacia, en realidad, tú eres el ladrón.
No tu entrenador, ni tu competidor, ni tu cliente abusivo; tú eres el que está robando el dinero y la confianza de los demás para pagar por algo simulado.
Es como estos productos que te venden cuando eres un turista inocente y desorientado, ¿o no?
Es igual, ese que te vendió lo que no era, o de la calidad inferior o con una marca falsa. Eres el ladrón que se aprovecha de la vulnerabilidad del otro para venderle, lo que ya sabes, no le funcionará.
Lo hagas o no con la malicia de sobrevalorar tu solución, creas o no que estás mintiendo: el engaño es el mismo.
No estoy diciendo que salgas a vender tus servicios y productos más baratos para que tu cliente los perciba de alto valor.
Por el contrario, las soluciones prémium, en general, son de alto precio, más aún, debes esforzarte para que tu cliente reciba más de lo que te pagó.
El hombre que brilla para iluminar a otros, es el único capaz de construir relaciones comerciales y clientes duraderos. El precio de lo que vendes, debe ser inferior al valor que puedes aportar.
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