El imaginario de ser el hombre vencedor puede tener diferentes lecturas, ¿la tuya te beneficia?
Si desfallecías antes de tiempo eras un cobarde, ¡los hombres no lloran!, y expresiones similares marcaban tu carácter.
¿Qué ha cambiado? No mucho, competir es algo visceral en nosotros, eliminarlo sería como suprimir la testosterona de nuestro cuerpo.
Por otro lado, nadie quiere un tipo llorón y frágil, y ser mejor no tiene cuestionamiento, es un compromiso adquirido por nacer hombre.
Sin embargo, puede que el reto actual con nuestra masculinidad esté en una interpretación pobre de lo que es ser hombre, y por eso nos ofende cualquier cuestionamiento.
Si ser un hombre se relaciona con fuerza, poder, liderazgo, competencia, protección y supervivencia, cuando eres frágil lo puedes asociar con violencia, engaño y humillación, haciéndote un tipo incivilizado.
Entonces, el juego se trata de ser mejor, en realidad, ¡tú mejor! Y cuando lo asimilas, dejas de mirar hacia el lugar equivocado (afuera) y comienzas a asumirte como el único responsable de tus poderes y miserias (adentro).
Ser un hombre es tener cojones para afrontar los mayores desafíos, ser un hombre no implica amar a alguien en especial, se trata de ser especial para que ese (cualquier) lo sea a tu lado.
Ser un hombre no se relaciona con parecerte a un gorila, sino con serlo realmente a la hora de ejecutar ideas inteligentes.
Cómo ves, poco ha cambiado con relación a la masculinidad, en realidad, solo se revelan modos más inteligentes de aprovecharla en los entornos contemporáneos.
¿O como alguna vez vivimos en las cavernas pretendes seguir allí?, ¿verdad que no?, los hombres nos adaptamos a nuevos desafíos, así que, tu mentalidad requiere estar a la altura.
Y retarte, cuestionarte y ser bueno siendo un hombre, es lo que marcará la diferencia de compartir contigo.
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