¿Cuánta hombría te queda cuando estás desnudo?, ¿cuán viril eres cuando estás arruinado y solitario?
El hombre que resulta de la exterminación de tus riquezas y compañías, es con el que cuentas para afrontar tus propios desafíos.
Es el que tienes para ofrecer a los demás, es lo que realmente vales. Por eso, la prueba de tu virilidad radica en lo que te queda cuando has perdido tus cargas triviales.
A los hombres nos encanta adornar nuestra hombría con juguetes, posesiones, dinero y por qué no, con personas que representen (y validen) el estatus que deseamos.
Y claro, esto es un comportamiento social aprendido, de lo que consideramos un hombre exitoso en nuestros ecosistemas personales y profesionales.
Sin embargo, también muestra nuestra visión de masculinidad, con esa búsqueda constante de fuerza, honor, coraje y maestría que tanto ha caracterizado a los hombres a lo largo de la historia.
No todos somos iguales, algunos representan errada y decadentemente su masculinidad bebiendo, hinchando barriga y comportándose como un patán; tranquilo, esos no rondan por aquí.
La cuestión es, que cuanto más tengas para ofrecer y crear «eliminado tu cargamento innecesario» más hombre serás, pues más atractivo eres para la humanidad, incluidos; tus clientes, familiares y amigos.
Dicho de otro modo, cuanto mejor inversión seas, más estarán «los buenos inversionistas» dispuestos a invertir en tus ideas, también juzgando el cargamento que lleves contigo.
Incluso, esta es una explicación del por qué te rodeas de malos clientes, tipos mediocres, y hasta malas parejas. Si eres una mala inversión, solo gente decadente creerá e invertirá su tiempo y dinero en ti.
Entonces, está bien cargar un poco de peso, los hombres fuertes suelen salir victoriosos, sin embargo, evita que ese cargamento limite tus habilidades, capacidades, y sobre todo, lo que puedes aportar a los demás.
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