Los sueños, las ideas diferentes y el brote constante de creatividad, ¿son propios de un hombre más joven?
Entre los veinte y treinta años creamos cosas que solo ahora (más de una década después) crees irresponsables, improvisadas e inmaduras.
Aunque, ¿realmente lo son?, ¿o ahora eres un tipo lento, miedoso, torpe y aburrido?
Es la edad, es el miedo, o, ¿es lo que debería ser?, que es un compañero inseparable del escrutinio público y la validación social, porque antes de actuar, ahora te preguntas:
¿Esto estará bien para un hombre de mi edad?, ¿se me verá adecuado?, ¿pensarán que es apropiado o, por el contrario, se burlarán de mí?
Estos cuestionamientos pasan en cámara rápida en tu cabeza, sin darte cuenta y al final, no haces nada porque es más cómodo estar echado como león marino y ver series estúpidas de Netflix.
Las hicieron para algo, ¿o no? Lo que pasa, es que esa sensación de «algo más» nunca desaparecerá, y la razón, porque la vida termina con la muerte.
No con mensajitos de odio en Twitter o vomitando tus inconformidades, que a nadie le importan.
Y mientras sigas vivo; la naturaleza, tu entorno y el mundo entero se siguen moviendo, la cuestión es que haces tu paralizado en el conformismo y la mediocridad como un perdedor.
No lo digo porque haya alguna competencia por allí en donde tengas que ganarle a alguien más.
Basta con el desafío de superarte a ti mismo en cada batalla para mover el culo, además, recuerda que no dejas de intentarlo porque envejeces.
Te vuelves un viejo lento porque dejas de intentarlo, y cuando logras entender que el miedo tampoco se irá.
Habrás sido un verdadero ganador, cuando tus sueños sean más grandes que tus propios miedos. Porque eso garantiza que lo seguirás intentando.
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