Eres un hombre «desigual» por defecto y lo diferente irrumpe, entonces, ¿por qué buscas igualarte?
Cansado estarás de escuchar sobre ser, pensar y crear diferente, sin embargo, cuando desarrollas tus negocios te centras en nivelarte.
Ignorando que el distintivo que «como hombre emprendedor» imprimes al negocio, puede hacerte destacar ideas, productos y servicios sin percepción diferencial en un mercado y nicho concreto.
Si lo piensas, tal vez el problema sean las «benditas o malditas» etiquetas, pareciera que cuando te pones un marcador, debes comportarte en consecuencia para lograr tus objetivos profesionales.
Y esa idea de nivelarte al grupo, sin duda, te facilita encajar en un gremio o sector, sin embargo, te vuelve perezoso y poco innovador a largo plazo.
Porque las etiquetas son peligrosas cuando las usas para borrar diferencias en lugar de sumar virtudes.
Y como un hombre normalizado, puedes caer en el juego limitante de etiquetarte (con juicios positivos y negativos) que en realidad, no definen tu identidad.
Aquí entran roles de trabajo, estudios, profesiones, tendencias, orientaciones, una serie de cajas que te encasillan y limitan a pensar menos y hacer menos.
La cuestión es que en general, ninguna etiqueta será suficiente para definirte como hombre y menos como emprendedor, nadie es blanco y negro.
Somos escalas de grises, tonos de colores extensos, mezclas que no tienen lógica en una hoja de cálculo y carecen de conexión alguna en la mente de un hombre cuadriculado.
Por eso, en lugar de abrazar las etiquetas como parte de tu identidad, úsalas para saber cómo piensan los demás y romper sus esquemas.
Intenta unir lo que nadie ha unido, relaciona y conecta lo que para otros es ilógico; vuélvete un anormal.
Si accionas diferente en lugar de etiquetarte, podrás identificar el desnivel de tu cliente genial, para mostrarle tu siguiente nivel.
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