Un barco más grande no implica más velocidad, y vender más tampoco ser un hombre más rentable.
Cuando escindes tu ego de la ecuación y ves las ventajas de un pequeño negocio, es cuando entiendes el valor de lo simple.
Así como menos cosas, pueden darte más tranquilidad, abarcar menos pueden ser menos problemas, desear menos, de menos complicaciones, esperar menos te dará menos decepciones y más sorpresas, cargar menos, te dejará caminar más liviano.
En cualquier caso, menos variables a controlar te da más libertad y poder para elegir.
Un pequeño negocio prémium siempre te dará mejor lucro, clientes, calidad de vida, y la facilidad de rentabilizar tu marca personal.
Sin embargo, esta idea pomposa de que «más es mejor» puede hacerte perder la cabeza por tragar entero, y todo por el hecho de crecer por las razones incorrectas.
Por eso, cada vez que quieras más, pregúntate; esto es realmente necesario, esto me satisface o pretende validarme ante los demás.
En realidad, estaré más tranquilo con esta adquisición, producto, negocio, podré sacar mejores ideas de mi mente, explotaré mi potencial, me ayudará a ser un mejor hombre.
Siempre será mejor querer y esperar menos, porque en las expectativas está en juego tu satisfacción personal.
Ahora, las respuestas a esas preguntas no siempre son negativas, en diferentes casos la respuesta será positiva.
Comprando esto, podré reducir mi carga para mejorar mi negocio, marca y producto, genial, esa compra te hará invertir menos tiempo, tener menos inconvenientes, y por tanto te dará más tranquilidad.
Eso sí, no te engañes, es más tonto el que se engaña a sí mismo que él que engañan los demás.
Recuerda que la moneda de cambio de tu satisfacción personal no se mide en dinero, sino en tiempo, y el acertijo es identificar los porcentajes correctos.
Coméntame