Tu carga masculina se relaciona, en gran medida, de lo liado que vives y del contrapeso que arrastras.
El desorden es mejor evitarlo, y si ya estás sumergido en el caos, la solución es intervenir con medidas de choque para solucionarlo.
Si lo piensas, invertimos gran parte de nuestro tiempo organizando tareas, definiendo qué hacer primero, solucionando problemas que pudieron evitarse, si tan solo, todo en nuestra vida fuera más ordenado, ¿verdad?
Si crees, que los mejores hombres de negocios dominan cada aspecto de su vida, y tienen el control de todo, puedes estar equivocado.
El orden, visto como algo contemporáneo, es ser el gerente de tu marca personal, proyectos, finanzas, familia—dirigirte tu mismo para luego liderar a los demás.
La cuestión es, que el desorden en tu agenda estratégica te hace abandonar rápidamente para solucionar lo que prende en fuego cada día.
Y si quieres tener la falsa sensación de ser un hombre útil y necesario está bien, nada más que para lograr misiones imposibles, será más difícil.
Por eso, y para evitar llegar al punto de tener que ordenar tu vida personal y profesional todo el tiempo, lo mejor, en lugar de organizar, es evitar el desorden.
¡Qué nunca debas ordenar! Cuando piensas en estructurar como algo orgánico, como el modo correcto, dejarás de ordenar.
Nunca necesitarás de un día para poner en orden las cosas, porque siempre estarán organizadas.
Quizá para mejorar, añadir o eliminar variables, podrás optimizar tu sistema productivo.
Sin embargo, en estos casos, con pequeños ajustes te bastará, tu vida fluirá naturalmente porque habrás vuelto el orden como el modo por defecto de tu ecosistema, para así olvidarte y andar «sin organizar».
Recuerda, que la mejor manera de ser un hombre ordenado será evitar que el nuevo desorden entre en tu perímetro controlado.
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