Dejarte llevar por tus gustos «sin saber elegir» puede resultarte en negocios pesados de cargar.
Más allá de las múltiples definiciones y adjetivos que puedas asignarte, de seguro el término «emprendedor» estará en tu vocabulario de una u otra manera.
Y aunque se queda pequeño para definir un hombre prémium; en 2009 era como me veía a mí mismo: un salesman que se había convertido en multiemprendedor —suena chévere— aunque en la práctica la historia haya sido otra.
Dirás que cada entrega de la serie hombre minimalista es pasar de un caos a otro; ¡qué más da!, así fue mi realidad por mucho tiempo.
Decidí escribirte estas anécdotas porque sé que tu recorrido también ha sido una vorágine y antes de crear dos, tres o más marcas; es importante que hagas polo a tierra para evitar después voltajes insoportables.
En mi caso, el periodo previo a hombre virtual; marca real fue un momento en el que no tenía muy claro cómo había llegado hasta allí, lo cierto es que por seguir mi «mente creativa» viví una etapa caótica y aquí te cuento el porqué.
Lo que inicié como una pequeña marca de tecnología en 2001 luego evolucionó a un grupo de marcas llamado PyMEN del que te hablaré en otra entrega…
La cuestión aquí, es que para inicios del 2009 este micro holding que me había inventado, se robaba mi productividad y ganancias.
Ya para entonces administraba un total de ocho pequeños negocios :@ desde marcas propias hasta clientes que se habían aventurado a que yo les gestionara sus start-ups.
Si bien, estaba sumergido en mil líos; mi «ego de hombre empresario» estaba a tope aunque la realidad monetaria y el tiempo disponible no fueran alentadores; por lo que me vi obligado a reflexionar sobre mi futuro y plantearme un cambio.
Lo que ocurrió después
Debí sacudir la silla y tomar una decisión drástica: Fusionar todo en una marca económica y mentalmente viable para mi capacidad.
Tú lo sabes, decidir entre varias ideas, tipo de clientes, servicios, productos o enfoques es lo más difícil a la hora de emprender una marca o negocio, pero era en ese momento que debía accionar o incluso corría el riesgo de desaparecer el recorrido de ocho años que llevaba.
Analicé en detalle marca por marca, negocio por negocio, pros y contras de cada uno, tiempo que invertía, gastos, ingresos y sobre todo el hito que sería mi nuevo enfoque desde entonces: ¡La rentabilidad!
No es secreto que siempre asocio ser prémium con vender mejor, no necesariamente más.
Decidir sobre mis marcas fue más difícil que sobre los clientes; hablé con cada uno de ellos y les entregué sus cuentas, era el final de unos cuantos años de trabajo; así son las estrategias, algunas dulces y otras ácidas.
La transformación
Era el momento de la decisión trascendental, ¿qué hacer con mis marcas?
Recuerdo que guardaba una conexión especial con dos (D’Electrónica y Tu Feria) y al resultar un interesado en comprarlas sentí que cambiaría todo como lo conocía hasta ese momento.
D’Electrónica me había acompañado desde el inicio de un hombre de negocios; asumiendo todas las transacciones de dispositivos tecnológicos, algo que me encantaba.
Aunque era más la connotación emocional que guardaba que lo que ingresaba, debí despedirme de un ciclo que marcó los cimientos de mi marca personal.
Luego vendría otro tema importante; ¿cómo fusionar el resto de marcas en una?, era casi imposible, ¿cómo elegir la esencia de algunos servicios y despedirme de otros?
Si me conocías por esa época seguramente me hubieras alentado por mi revista ÍCONO, era mi estandarte, la mayoría de personas en mi entorno me conocían por este producto.
Y aunque de esto te hablaré en otra entrega —prometido— la revista le dio vida al Lab!
Sé que te preguntarás Renzo y todo este enredo para qué… Bueno, fíjate si solo contártelo es un desconcierto lo que sería administrarlo.
Siempre digo a mis clientes «si tienes una marca debes invertir X cantidad de tiempo y dinero y si tienes dos multiplica × 2, así de simple».
Esta fue una de las imágenes vívidas que usé por entonces…
El resultado
Llegó el momento de la verdad, finalizaba el 2009 y tenía una decisión tomada; comenzar el 2010 con una sola vida, una sola marca, ¿qué pasó?
Por una parte decidí vender D’Electrónica y Tu Feria y por otra —con todo lo que implicaba— decidí dejar de producir la revista ÍCONO y detener las operaciones de PyMEN como holding.
Lo que ahora ves en dos líneas, fue en su momento motivo de más y más caos, innumerables trámites contractuales, cancelación de pauta publicitaria contratada y consecuencias legales que aún hoy de vez en cuando hacen erupción.
¿Con cuál marca me quedé? —con la que hoy conoces como Hombre Digital— decidirme por el Lab! estuvo lleno de inseguridades.
Si bien, era incuestionable su rentabilidad y proyección; caía sobre mí la sombra de que en mi inventario no estaba la ejecución del diseño como una habilidad que exaltaba y eso me hizo sentirme como suplantador por un par de años hasta que viré al consulting como eje.
Había iniciado Hombre Digital desde el 2004 juntamente con mi revista, pero siempre lo había visto como una marca secundaria que me encantaba, no fue sino hasta el 2009, cuando vi el branding como protagonista de mi visión que comencé a reflexionar:
- ¿Seré lo suficientemente bueno como para dedicarme de lleno a esto?
- ¿Tendré el talento para transformar las marcas de otros?
- ¿Será este el distintivo del que siempre hablo?
En medio de un torbellino de preguntas sin respuestas era una decisión; todo se iría al traste y el Lab! encaminaría mi mente a partir de ese momento.
¿Fue la mejor decisión fusionar todo en esta marca?
¿Cómo saberlo?, te presentaría mil justificaciones para sentir que tomé la mejor decisión, creo que cuando haces cambios importantes debes borrar el historial para dar cabida a las cosas nuevas.
Hoy me he apropiado del branding como lo que da vida a mi marca y espero ver el paso siguiente, entonces no hay una respuesta simple de sí o no, solo la creencia de «no podría ser el proyecto de hombre minimalista que soy hoy si no hubiera dado este paso».
El aprendizaje
1. Analiza bien antes de lanzar una idea «adicional»
Viendo todo en retrospectivo es fácil concluir, sin embargo, me gusta ver la creatividad como algo que puedes canalizar y centrar en tu visión.
Me hubiera ido mejor centrándome en una sola marca desde el comienzo. Ideas se te pueden ocurrir mil, pero de allí a que te hagan cambiar de ruta es otra cosa.
Evalúa los escenarios antes de virar, el cambio es genial y debe formar parte de ti, aunque no todo es cambiar ni todo es innovar, en ocasiones la clave es focalizar.
2. Enamórate de tu esencia no de una marca
Yo sé que la corriente siempre va hacía el balance, pero en la realidad de un hombre de negocios el equilibrio puede ser una utopía más allá del propio tiempo.
Entonces, sé realista, si tu marca, negocio u oficio es parte fundamental de tu vida; debes enamorarte de lo que eres, la reflexión es: ¿Estás enamorado de lo que haces o solo estás acostumbrado a hacerlo?
La respuesta a esta pregunta te abrirá la mente para evaluar tu inconformidad y saber si puedes seguir con lo mismo y mejorarlo o te motivará para girar en la siguiente esquina.
3. Simplificarte, te facilitará la vida
Aunque te parezca un tópico ordinario, el fusionar o buscar unificar todo lo que haces en una sola premisa te dará mejores horas de sueño.
Cuando veo esta etapa de mi vida, creo que fue justo allí cuando mordí la manzana del hombre minimalista que quiero ser.
El poder darle significado a tus pasos y valor a tu tiempo finito es algo que no tiene precio, ser capaz de decidir qué hacer es más poderoso que venderse solo por dinero.
Una marca sencilla y rentable formada por tu ADN te ayudará a proyectarte como un hombre de alto nivel, o así conseguí encaminarme hacia un hombre minimalista y estoy seguro de que te puede servir.
Ese año me envolvió.
Deja un comentario