Un hombre no precisa alardear para exhibir lo que sabe, el valor se demuestra con menos palabras.
El marketing contemporáneo tiene diferentes matices que, con el tiempo, se van desfigurando, dejándote mal parado.
Una de estas expresiones, es nuestro ego, solemos confundir, comunicar con alardear, aportar con vender y hacerse notar con enceguecer.
Subestimando que a alguien le importa nuestra necesidad de validación social.
Y en este mar de mensajes sin valor en redes sociales puedes pensar, que si los otros fanfarronean, y comparten propaganda inútil, entonces, debes hacer lo mismo.
Volviendo al ciclo del hombre ordinario, igualarte, cuando en la diferencia está gran parte de tu poder.
No te hablo de asuntos personales, en los negocios es más evidente. La mayoría de los negocios comparten, literalmente, basura, creen que el marketing se trata de ellos y de sus logros.
Cuando a tus clientes poco o nada les importan tus medallitis, titulitis y eventitis. A ellos lo único que les importa es cómo puedes ayudarles con sus problemas y necesidades.
En otras palabras, siempre, siempre, siempre, el buen marketing, es sobre ellos y sus desafíos, no es sobre ti.
Si entiendes esto, y te centras en aportar valor, comienzas a ser visto como un dador, un resolvedor, un hombre de valor, y por qué no, admirado en lo que sea tu solución.
Por eso, antes de siquiera pensar compartir algo en tus canales de comunicación, respóndete; ¿cuál es la disrupción aquí?, ¿en qué estoy ayudando?, ¿cómo aporto valor a mi cliente con esto?
Si tienes claro que tu contenido es diferente y proporcionará algo positivo en el día a día de él, compártelo, de lo contrario, mejor invierte tu dinero, tiempo y energía en algo más productivo.
Porque recuerda, el buen marketing, no es sobre ti, es sobre tu cliente.
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